Apalancamiento financiero
El apalancamiento financiero suele ser una de esas cosas que a muchas personas les suena, pero que no tantas saben lo que significa. Hablamos de algo tan sencillo como utilizar el endeudamiento para invertir en operaciones financieras.
Esto significa que participamos en una operación con una mezcla de fondos propios y ajenos, aumentando los riesgos y los posibles beneficios derivados de ella.
Para entenderlo, lo mejor es verlo con un ejemplo. Si invirtiéramos 20.000 euros de nuestro dinero en el mercado bursátil y el valor de las acciones subiera un 50% en un año, al vender obtendríamos 30.000 euros.
Un beneficio de 10.000 euros no está nada mal e incluso nos podría ayudar a cancelar otras deudas, aunque hay que considerar que la bolsa también puede dejarnos con pérdidas de valor muy importantes, sobre todo en épocas de gran volatilidad.
¿Qué ocurriría si financiáramos esta operación con más deuda? Compramos los 20.000 euros en acciones, pero invirtiendo 800 euros de nuestros ahorros y 19.200 mediante un crédito concedido por nuestro banco a un 3% de interés (todas estas cifras son simples ejemplos ilustrativos).
Al cabo de un año los títulos suben su valor hasta los 30.000 euros ¿hemos ganado más o menos que sin utilizar apalancamiento? Veamos, con este dinero tenemos que devolver el crédito más sus intereses: 19.776 euros, así que nos quedarían 10.224 euros de los cuales 800 corresponden a nuestra inversión inicial.
En definitiva, el beneficio total asciende a 9.424 euros frente a los 10.000 que obtendríamos sin el apalancamiento… pero antes de que descartes el apalancamiento, pensemos un momento ¿cuál ha sido la rentabilidad de cada operación?
En la primera invertimos 20.000 euros y tuvimos una rentabilidad del 50%, pero con el apalancamiento invertimos 800, por lo que hemos registrado una rentabilidad del 1.178% Un ejemplo algo exagerado, pero con el que queda claro que el apalancamiento puede llegar a ser una herramienta muy interesante.
Lo malo es que igual que se multiplican las posibles ganancias, las pérdidas se hacen más importantes, por lo que hay que controlar mucho el riesgo de la operación y la proporción entre el capital propio y el ajeno, ya que cuanto mayor sea este último, mayor será el beneficio, pero también las pérdidas obtenidas en la operación.
En el caso del ejemplo, si las cosas fueran muy mal podríamos perder el ahorro utilizado como capital inicial, pero como tampoco podríamos satisfacer el crédito solicitado para la inversión, nos quedaríamos con una gran deuda que comprometería al resto de ahorros presentes y futuros, arrastrándonos a una posible insolvencia.
Por ello, hay que considerar que el apalancamiento es una herramienta que hay que utilizar con moderación y conociendo los riesgos. Puede ayudarnos a pagar nuestras deudas y generar ahorro, pero también a multiplicar nuestras deudas, así que mucho cuidado. Piensa en el futuro.
El endeudamiento debe ser racional y en proporciones sostenibles, especialmente cuando hablamos de apalancamiento. Esto no producirá beneficios tan llamativos como el ejemplo que hemos dado, pero nos permitirá seguir jugando nuevas cartas en el futuro, reduciendo el riesgo.
Hay que analizar los peores escenarios como una posibilidad real, no dejándonos cegar por los grandes beneficios posibles, pues esto nos puede conducir a cometer errores fatales. Las deudas hay que pagarlas y una forma puede ser mediante la inversión ¿por qué no?
No debemos olvidar que el capital ajeno no solo puede provenir de un crédito y que los productos de inversión no tienen por qué ser acciones, aunque en ocasiones es mucho más recomendable pagar los vencimientos poco a poco, sin comprometer más aún el dinero que tanto nos ha costado ganar.
Publicado por Grudiz en ActiBva el 14 de abril de 2013